¿Qué necesita un ser humano para prosperar? Las necesidades de una persona coinciden con las del ecosistema: aire, agua, protección contra elementos agresivos, alimento, energía e interrelación. Carbono, agua, nitrógeno, oxígeno: los mismos materiales que componen la Tierra, también forman nuestra propia sangre y huesos, nuestra respiración y nuestro cerebro. Nuestro cabello, piel, lágrimas y eventualmente nuestros cuerpos enteros son devueltos a la Tierra donde se descomponen nuevamente en estos mismos materiales.
Dado que nuestros cuerpos están literalmente hechos de tierra, podemos usarlos directamente para comprender cómo funciona la tierra. Para que cualquier sistema logre una verdadera estabilidad, resiliencia y salud, deben existir conexiones significativas entre los diversos elementos del sistema. Este principio de estabilidad es tan aplicable a los humanos como a un jardín. Como un sistema completo, el cuerpo es un microcosmos de un ecosistema.
Así como un ambiente natural es una combinación de plantas, animales, insectos y hongos en colaboración, el cuerpo es una mezcla de agua, huesos, órganos y bacterias trabajando juntos. Cada participante aporta algo valioso a la composición del gremio u organismo. Por ejemplo, los hongos reciclan las plantas y las transforman en suelo rico. Si no fuera por los hongos, la tierra estaría enterrada en escombros y la vida pronto desaparecería.
De la misma manera, las bacterias en nuestro cuerpo digieren los alimentos para producir desechos. Estos residuos nutren el mismo suelo que nos devuelve nuestro alimento. Al alinear nuestros cuerpos con el cuerpo de la tierra, podemos mantener las conexiones necesarias para prosperar y dejar que nuestra sanación también se convierta en la sanación de la tierra. Dado que estos sistemas siempre están cambiando, es importante observar los cambios estacionales, los cambios físicos internos y responder a ellos. Podemos utilizar sistemas alimentarios centenarios como medicina para mantener esta resiliencia.
Cualidades Energéticas de los Alimentos
La cualidad energética de un alimento es inherente a él. La cocina puede modificarlo, pero solo hasta cierto punto. Un alimento refrescante como la fruta, incluso cuando se cocina, sigue siendo relativamente refrescante. jengibre o Canela se puede agregar a una manzana para aumentar su calidad de calentamiento, pero el efecto refrescante original de la fruta permanece.
Mientras nos preparamos para el invierno, podemos comer alimentos tibios y reconfortantes para prevenir enfermedades y fortalecernos para los meses más fríos que se avecinan. Los alimentos ricos en proteínas y grasas tienen más calorías y, por lo tanto, calientan más. Las verduras que crecen más lentamente también son más cálidas. Por ejemplo, el repollo calienta más que la lechuga y los tubérculos calientan más que los pimientos o los tomates. El elemento fuego está relacionado con el calor en el cuerpo. El metabolismo y la circulación dependen de esta cualidad estimulante para transformar los alimentos y las sustancias químicas del cuerpo en sustancias funcionales y hacerlas circular por todo el sistema. Los alimentos calientes, tanto en temperatura como en nivel de especias, aumentan el metabolismo y la circulación.
Alimentos calientes para los meses más fríos
Coma muchos granos integrales, legumbres, nueces, semillas y vegetales de crecimiento lento para obtener proteínas y energía vital. Aumente las grasas de nueces y semillas, aceite de coco, mantequilla alimentada con pasto, aceite de oliva y/o girasol. Cocine al vapor, hornee o tueste las verduras (utilice aceite de coco o de girasol para asarlas) y adorne con aceite y ajo. Esta práctica ayuda al cuerpo a asimilar las vitaminas liposolubles como la A y la D, que también se encuentran en la leche entera, los lácteos y los huevos. Disfrute de guisos a base de frijoles, platos de raíz y especias, papillas integrales como alimentos reconfortantes de invierno que calientan y curan. Prueba esta receta para Inmune Sopa.
sopa inmune
Primero:
- Empieza a calentar una olla de agua fría.
Luego añade:
- Un puñado de raíz de Astragalus y/o raíz de Codonopsis
- Un puñado de hongos shitake o maitake frescos o secos
- 2 pulgadas de alga kombu enjuagada
- 1 cucharadita de sal
- 2 zanahorias, picadas en cuartos
- 2 tallos de apio, picados por la mitad
- 1 cebolla, entera sin cáscara
- 1 cabeza de ajo, entera sin cáscara
Instrucciones
- Tape la olla y deje hervir; baje el fuego y cocine a fuego lento durante 1 a 2 horas.
- Retire las hierbas, los hongos secos y las raíces de la sopa.
- Chirivías, nabos, hojas de mostaza y puerros: estos reducen la congestión.
- Las verduras de color naranja como las zanahorias, las batatas y las calabazas de invierno son ricas en carotenoides, que favorecen la inmunidad y la salud respiratoria.
- Especias como tomillo, pimienta negra y orégano.
Cocine a fuego lento la sopa hasta que todo esté tierno, luego agregue más ajo fresco y jengibre si lo desea. Gusto por la sal. Sirve con un chorrito de tu aceite favorito y un cereal integral. ¡Delicioso!
La escritora Lisa Mase es entrenadora de medicina culinaria, escritora gastronómica, traductora y herbolaria popular que vive en Vermont. Para artículos y recetas, visite a Lisa en www.cocinaarmonizada.com.
Solo con fines educativos. Esta información no ha sido evaluada por la Administración de Alimentos y Medicamentos. Esta información no pretende diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad, ni vender ningún producto.
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